viernes, 13 de marzo de 2015

Ver, oir y ¿callar?

Paseábamos el perro y yo por el parque. El griterío de los niños había cesado. Las clases de formación mínima e ineficientes habían comenzado.

Frente al parque, en la esquina, hay un bar donde normalmente se sientan los padres de los niños del colegio que hay justo al lado del parque. Mientras sus hijos corretean salvajes, sus progenitores toman algo entre risas y discusiones, ajenas al cruzar de las calles sin mirar con el patinete o el balón, riñas o palabras más grandes que ellos.
Pero eso sería mas tarde. A esas horas de la mañana un grupo de gente mayor hablaban sobre política, en esa voz alta que delata su falta de audición o de razón. Les parece que decir las cosas más fuerte las convierte en mas convincentes o veraces.

Intentaba relajarme con mi amigo, el perro, disfrutando de la calidez del sol, las viejas encinas y el resurgir de arbustos aparentemente secos de los que asomaban brotes que anuncian el fin del invierno y de su letargo.

No atendía el palabreo que venía de la terraza del bar, pero una frase me llamó fuertemente la atención. Alguien, con una dicción que denotaba cierta carencia, le decía a otro que hablaba en voz más alta, que el día de las elecciones, le dijese a quien debía votar, porque el, de política no sabía.

Me entristecí mucho ante ese comentario, casi tanto como me irritó oír el gran lujo de detalles de personajes del balompié  en el que aparentemente era un experto, ese mismo hombre que dijo no saber de política.
Hablaban de Podemos, diciendo cosas que no aparecen entre las que publica el partido. Otro de ellos, aseguraba seguir votando al PP. Su aspecto y vestimenta no indicaba ser una de las personas con intereses que se beneficien de tal convicción. Pero momentos mas tarde una perorata sobre siglas, ideologías confundidas y trasnochadas, me hicieron perder rápidamente la atención, en beneficio de volver la mirada a mi compañero, el perro que me devolvió la mirada, con una sonrisa adivinada y una alegre despreocupación por todo aquello.

Las voces cambiaron de nuevo al tema del fútbol, donde los desencuentros eran más intensos que en el tema anterior.

Volví la vista de nuevo al perro, que olisqueaba algo interesante y tiraba de mi para seguirlo, tal vez para apartarme de allí. 

Intenté volver a disfrutar de la calidez del Sol y de la compañía de mi amigo, pero las negras nubes que se forman en mi pensamiento, sobre lo que cambiará las próximas elecciones solo tuvo el resultado positivo de recordarme que pronto he de cambiar el collar al perro para evitar los parásitos.

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